Editorial: Felipe Useche
Es difícil imaginarlo, pero incluso luego de su debut, Brian May y Freddie Mercury mantuvieron sus respectivos estudios; honestamente, ¿quién habría de pensar que su banda de rock no sólo les daría para vivir, sino que se volvería una leyenda? Así que May seguía estudiando física y Freddie para ser odontólogo cuando su segundo álbum, Queen II salió a la luz en 1974. Y el resto, fue historia.
Queen II es un monumento al que serían las marcas características de su música. Desde los overdubs multicaban hasta las ricas armonías vocales, cada nota y cada melodía fueron cuidadosamente tejidas para crear un tapiz sonoro que pronto se convirtió en el siguiente capítulo de ese género llamado rock. Profundamente inspirado en los paisajes fantásticos de sus influencias, como Led Zeppelin, este álbum, sin embargo, sonaba totalmente distinto a quiénes fueran sus inspiraciones.
La portada del álbum, una obra maestra visual de Mick Rock, se ha convertido en un ícono por derecho propio, una imagen que ha perdurado a lo largo de los años y ha sido reinterpretada y reutilizada una y otra vez. Otro hito del disco es la canción “Father To Son” que desde que fue tocada en el primer tour del grupo se volvió en una especie de ritual durante sus primeros años: la primera canción de sus conciertos.
El Queen II es un álbum conceptual que no contiene ninguna de las canciones que más tarde ser volverían los himnos de la banda, pero su éxito le permitió a los miembros de la banda dedicarse de lleno a la música y encontrar el sonido que, 50 años más tarde, seguimos celebrando.
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